¡No desmayaré en proclamar la verdad innegable de que Jesús Sacramentado es parte integral de cada uno de los Adoradores Eucarísticos Perpetuos!
Adoradores Eucarísticos Perpetuos no somos todos los que vamos a la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua, sino aquellos seres que su único propósito es el de ir a la casa de Jesús Sacramentado a rendirle profunda adoración y agradecimiento.
No vamos a rogarle ni a pedirle alivio a nuestros sufrimientos, ni a suplicarle nos ayude en nuestras interminables necesidades materiales.
¡No!, hermanos, vamos para adorarle con todo el alma y corazón, Él ya conoce de nuestras aflicciones y nuestros contratiempos, y su ayuda, consuelo y aliento, nos llegarán cuando sea su Divina Voluntad.
El amor de Jesús por nosotros es eterno e infinito, porque Él es la fuente y origen del amor y nos amó aún antes de que el mundo comenzara.
Si supiéramos cuanto deleite le causa nuestra visita a Jesús Sacramentado, querríamos quedarnos muchas horas con Él. Y si supiéramos cuanto nos ama Jesús en la Eucaristía nos moriríamos de felicidad.
Estos sentimientos recíprocos de amor, los percibimos cuando nuestras mentes y corazones ya no tienen otro deseo que el de ser solo de Dios y adorarlo por toda la eternidad.
Cuando hayamos aprendido a pensar y ver todas las cosas, no con pensamientos de hombres sino con pensamientos de Dios, entonces, Jesús Eucaristía disipará nuestras tinieblas, y adquiriremos una espiritualidad que nos hará crecer a la luz de su amor y su sabiduría.
El momento en que empezamos a amar a Jesús Sacramentado se inicia cuando menos lo esperamos… aparece en algún momento de nuestras vidas y el alma escucha su llamado. Esta maravilla no se produce en un tiempo determinado de nuestras existencias humanas.
Algunas veces tardamos mucho en sentir la voz del Señor que nos invita a que vayamos a Él.
Personalmente, tuvieron que pasar 70 años de mi vida para que la voluntad del Señor se hiciera en mí!!
Pero cuando decimos: ¡si!, todo cambia en nuestras mentes y en nuestra espiritualidad. Jesús Sacramentado nos transforma convirtiendo nuestros corazones de piedra, en corazones de carne y sangre, y ya no somos nosotros, sino Jesús quien vive en nosotros.
De allí las primeras palabras de esta exhortación eucarística:
¡¡¡Jesús Sacramentado es parte integral de cada uno
de los Adoradores Eucarísticos Perpetuos!!!
Jesús, pues, vive en ti. Y como también el Padre y Jesús son uno mismo, así llegará el momento en que todos seremos uno con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, por toda la infinita eternidad.
Queridos hermanos, cuando se dirijan a Jesús Sacramentado, háganlo con mucha fe, con mucho amor y sobre todo con mucho respeto, sin exigir ni demandar, recordemos que si bien es nuestro amoroso Padre, también es nuestro Dios.
Dejemos que se haga su voluntad y no retemos sus sagrados designios. Seamos como la Santísima Virgen María, nuestra Celestial Madre, que nos dio el más puro y limpio ejemplo de humilde obediencia al Señor, cuando le dijo:
“He aquí a tu esclava, hágase en mi tu palabra.”
Para terminar, he aquí un humilde recurso espiritual, que en mi alma extasiada florece, cuando deseo con Jesús platicar:
Señor y Dios mío, heme aquí, postrado a tus pies,
para solamente adorarte y confirmarte que tuya es mi vida,
y ofrecértela en sincero sacrificio de amor por tu amor.
Jesús Sacramentado, tu siervo escucha,
tu siervo espera, tu siervo confía...
porque cree en ti.
Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!
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