Hoy miércoles 2 de enero del 2013, hace 2 días que recibimos con alegría en nuestros corazones la llegada de un Nuevo Año.
¡Un año lleno de acontecimientos por venir
que desconocemos totalmente!
Hace dos días, en el inicio del nuevo año, muchos de nosotros, determinamos los propósitos a cumplir en el transcurso de los días venideros; acciones de enmienda a nuestros equivocados conceptos sobre la rutina diaria en nuestras vidas.
Prometemos que vamos a cambiar nuestros hábitos alimenticios;
que vamos a hacer más ejercicio;
que leeremos por lo menos un libro más que el año pasado;
que buscaremos al amigo olvidado;
que emprenderemos un nuevo negocio;
que viajaremos al país que tanto hemos deseado visitar...
Y así sucesivamente las listas son un cúmulo de intenciones personales que afectan evidentemente nuestro campo terrenal.
¿Y que hay de nuestros propósitos del orden espiritual
con respecto a nuestro comportamiento hacia Dios?
Y los pocos que se acuerdan, se centran en acciones espirituales personales donde el Yo íntimo se impone casi siempre al Yo exterior.
El Yo Íntimo establece: prioridad personal ...
el Yo Exterior establece: prioridad global.
Con la intención de podernos guiar para una definición de nuestros Propósitos Espirituales para con Dios en el orden del yo exterior, a continuación sugerimos algunas ideas:
º Ayudar y socorrer al necesitado.
º Cooperar con la Parroquia y respetar sus disposiciones.
º Evangelizar al hermano no creyente.
º Proteger a los niños del mal y alejarlos del pecado.
º Visitar a los enfermos.
º Luchar y rechazar toda clase de pornografía.
º Evitar que las mujeres practiquen el aborto.
º Fomentar el matrimonio religioso en toda pareja.
º Procurar hacer de cada ser un soldado de la fe católica.
º Asistir a los actos convocados para dar Gloria al Señor.
º Propagar la Adoración Eucarística Perpetua.
Como pueden ver, estos doce sencillos consejos establecen un vínculo personal con nuestro entorno y nos conducen a cumplir con la misión que Jesús Nuestro Señor nos señaló con su divino ejemplo.
¡Qué alegría tan enorme se aposenta en nuestros corazones cuando sabemos con certeza que estas acciones, llevadas a cabo con humildad y para la gloria de Dios, nos van conduciendo paso a paso a nuestra santidad!
Porque Dios quiere que todos seamos santos y nosotros no debemos fallarle. ¡Adelante hermanos, cumplamos con la voluntad de Dios!
Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!
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