El Presbítero joven Mártir de la Iglesia Veracruzana, Padre Ángel Darío Acosta Zurita, fue asesinado por el odio de unos políticos que envenenados por sus creencias, asumieron erróneamente que la Iglesia Católica era un peligro para la continuación de su permanencia en el poder. Es así que un 25 de julio de 1931, hace exactamente hoy 81 años, fue muerto a balazos en el interior de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, en la Ciudad de Veracruz.
Es con el dolor presente en el alma por el infausto suceso, pero con el más sincero amor en nuestro corazón por este joven que prefirió la muerte a renunciar a su juramento sacerdotal, que humildemente nos hemos atrevido a reseñar los actos más prominentes en la corta vida de este verdadero defensor de nuestra fe.
Nació Ángel Darío Acosta Zurita el 13 de Diciembre de 1908 en la ciudad de Naolinco, Veracruz, México en el seno de un humilde hogar católico. El día 23 de diciembre fue bautizado en la Parroquia de San Mateo Apóstol a los escasos 10 días de su nacimiento.
Su infancia fue tranquila y feliz en compañía de sus padres y hermanos. A la edad de 6 años recibió la Primera Comunión y luego el Sacramento de la Confirmación.
A muy temprana edad perdió a su padre y su madre tuvo que hacerse cargo de la familia, labor en la que ayudaba Ángel Darío, por ser el mayor de sus cuatro hermanos.
Se cuenta que por aquellos años visitó Naolinco, el Padre Rafael Guízar y Valencia con el propósito de encontrar postulantes para su Seminario, y apoyado por el párroco y su misma madre postuló para ser admitido como candidato a pertenecer al seminario.
Su solicitud le fue denegada, lo cual le llenó de tristeza, aunque su rechazo se debió únicamente a que el joven era parte del sostén económico de su familia.
Tiempo después el mismo Párroco P. Miguel Meza y la madre de Ángel Darío obtuvieron la aceptación del ingreso del joven como alumno externo del Seminario. Transcurrido poco tiempo debido a su irreprochable conducta y a la excelencia de sus calificaciones y con la ayuda de una beca fue aceptado como seminarista.
El 25 de Abril de 1931 recibió de manos de Monseñor Rafael Guízar y Valencia la Ordenación Sacerdotal, no habiendo aún cumplido los 23 años de edad.
Cuentan sus compañeros seminaristas que el joven Ángel Darío fue siempre muy bondadoso, humilde y serio; además de ser un excelente futbolista destacándose en el equipo del seminario donde jugaba en la posición de defensa y que fue capitán del equipo durante siete años consecutivos.
Cantó su Primera Misa el 24 de Mayo en Veracruz, Veracruz. Monseñor Guízar lo nombró Vicario Cooperador de la Parroquia de la Asunción, donde fue notable para la gente su ardiente fe e inmensa bondad. Se dedicó con afán a la catequesis de los niños y al Sacramento de la Reconciliación.
Eran esos años tiempos difíciles para la Iglesia Católica debido a la inestabilidad política en el país. El gobernador de Veracruz, tratando siempre de culpar al Clero de sus males, ordenó que se redujeran las vocaciones sacerdotales fijando el día 25 de julio de 1931 para que entrara en vigor la mencionada arbitraria disposición.
Ese mismo día y siendo las seis y diez de la tarde, salía el P. Ángel Darío Acosta del baptisterio cuando irrumpieron en el templo hombres vestidos con el uniforme de la milicia disparando sobre los sacerdotes. Dos de ellos escaparon, uno corriendo y el otro escondiéndose tras un muro, solo el P. Ángel Darío quedó de pie sin moverse, defendiendo su fe y sus creencias, siendo acribillado por las balas asesinas y antes de morir bañado por su propia sangre llegó a exclamar: “Jesús”.
El P. Ángel Darío Acosta Zurita fue beatificado por sus méritos el día 20 de Noviembre del año 2005. Fecha desde la cual el P. Abel López Chávez ha iniciado el difícil camino de obtener del Vaticano la Canonización del Beato para que pueda ser reconocido universalmente en todos los altares como Santo de la iglesia católica.
Queridos hermanos en nuestra acostumbrada visita a nuestras capillas de AEP pidamos a Jesús Sacramentado que con la intercesión del P. Ángel Darío Acosta, nos conceda el milagro que se necesita para que sea elevado a los altares de la Santidad.
Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!
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