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miércoles, 14 de marzo de 2012

¿Somos Dignos del Amor de Dios?... ¿Cómo podemos tratar de serlo?

Ser digno de alguien o de algo es demostrar a través de nuestras acciones y nuestra conducta que somos merecedores de la retribución que ellas nos lo ameritan y otorgan por la facultad de sus propias leyes.



Ser dignos del Amor de Dios es cumplir voluntariamente y por amor a Él las leyes y mandamientos dispuestos por su infinita sabiduría y por los que debemos regir nuestras vidas.
Preguntemos a nuestros corazones en un examen de conciencia profundamente meditado si en verdad cumplimos diaria y cabalmente los mandamientos de Dios y los de nuestra Santa Iglesia Católica. Igualmente, si rechazamos rotundamente los pecados capitales y si del mismo modo no aceptamos las tentaciones del demonio, mundo y carne que son los principales enemigos de nuestras almas.

He aquí unas cuantas sugerencias que nos podrán ayudar a mejor evaluar nuestra relación con Nuestro Dios y Señor. No tratamos de individualizar, solamente generalizamos nuestras propias experiencias de pecadores y que por ignorancia o debilidad nos llevaron a ofender a Dios.

¿Siempre tenemos y consideramos a Dios primero, antes que todo? ¿Acaso no nos rendimos ante el amor familiar posponiendo nuestro amor hacia el creador?...¿No es verdad que muchas veces le negamos a nuestro prójimo la ayuda que nos pide pudiendo con algo a nuestro alcance socorrerlo?... No es cierto que muchas veces hemos dejado de asistir al Santo Sacrificio de la Eucaristía porque preferimos ir a festejos mundanos...

¡Cuántas veces hemos abandonado a nuestros padres por nuestras novias o novios!... En arranques de cólera, ¿no hemos deseado la muerte de algún semejante?... No habremos alguna vez impulsados por la lujuria participado en actos impuros con nuestro compañero o compañera... Quizá alguna vez nos hemos apropiado de un dinero u objeto que no nos pertenece... Hemos dicho tal vez cosas falsas que enlodan la reputación de alguien…..Con el pensamiento habremos deseado las propiedades ajenas guiados por la avaricia y la envidia……

¡Ojalá que de esta lista sean pocas las acciones en las que te hayas visto comprometido pero también ojalá te arrepientas sinceramente de ellas y no vuelvas a cometerlas!



No es fácil cumplir con todo lo indicado, hay que tener primero una fe inquebrantable en nuestros principios religiosos y un amor irrenunciable a Nuestro Dios y Señor. Nuestra fe y nuestro amor deben involucrar a todo nuestro ser, cuerpo, mente, alma y corazón. Si la tarea se nos hace dura y casi imposible tenemos en el Espíritu Santo una gran ayuda. ¡Pidamos con fe y Él nos dará la Fortaleza, la Sabiduría y el Entendimiento para salir victoriosos de nuestra lucha contra el mal y el pecado!

Hermanos tratemos de que nuestros compromisos con Dios estén siempre acompañados de responsabilidad y dignidad y de un inmenso sentimiento de puro amor. Mañana que nos corresponda asistir a Nuestra Capilla de Adoración Eucarística Perpetua a cumplir con nuestra hora de devoción con Jesús Sacramentado oremos con amor y dignidad por nuestros amigos y enemigos y por toda la humanidad para que algún día podamos ser “DIGNOS DEL AMOR DE DIOS”.


ALABADO Y ADORADO SEA POR SIEMPRE JESUS SACRAMENTADO
¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!

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