¿Cuál es más grande y solemne... La Inmaculada Concepción de la Virgen María o el Nacimiento de Jesús Nuestro Salvador Hijo del Padre?.
Dos acontecimientos que se funden en uno solo por su inmenso significado y que contienen el Misterio del Santísimo Trino,
Dos acontecimientos que se funden en uno solo por su inmenso significado y que contienen el Misterio del Santísimo Trino,
“Creo en Dios Padre … y en Jesucristo su único hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo … y nació de Santa María Virgen … ”.
En estas santas palabras se encierra uno de los fundamentos irrefutables de nuestra fe, “El Credo”, Es la firme cimiente de nuestro edificio espiritual católico. El credo es un resumen de las verdades reveladas por Dios, por lo tanto su creador es Dios mismo.
Estas verdades Dogmáticas nos explican la autenticidad e innegable existencia de estos acontecimientos, pero desde nuestra perspectiva individual y desde nuestra formación en nuestros hogares, ¿cómo sentimos y valoramos la Inmaculada Concepción y la Natividad de Nuestro Señor?
La Inmaculada Concepción.- Recuerdo muy bien que el día 8 de Diciembre de cada año se realizaba en nuestra Parroquia la Primera Comunión de todos los niños que habíamos asistido a la preparación catequística.
¡Qué fecha tan solemne! íbamos a recibir a Jesús en la Hostia Sagrada y en el día en que fue concebido por la Virgen María. ¡La Virgen María, Madre de Dios, muy amiga y protectora nuestra, a quien nuestra madre, el Párroco y las catequistas nos habían presentado desde muy niñitos! Tal vez no entendíamos lo de la Inmaculada Concepción, pero la venerábamos y respetábamos por ser Virgen, Santa y Madre de Dios, respeto y amor que adquirimos poco a poco empezando por nuestras oraciones nocturnas antes de irnos a dormir y más tarde un poco mas grandecitos, todos los viernes a las seis de la tarde rezando el Santo Rosario.
Sobre la Natividad del Señor, en nuestras épocas de niños, hace ya muchos, pero muchos años, en casa, para el mes de diciembre empezábamos los preparativos para hacer el nacimiento. De esa época, yo -personalmente- no recuerdo haber tenido para la navidad ninguna clase de árbol que se identificara con ella, solo el Nacimiento, así se le llamaba al conjunto de imágenes que representaban a la Virgen María, a San José y al Niño Dios, como actores principales, y luego venían los humildes pastorcitos y después los Reyes, Melchor, Gaspar y Baltazar. Por último para completar la escena se tenían al pie del niño recién nacido, una vaquita y un burrito, que según mi madre estaban ahí para proporcionar calor al niño recién nacido. Diseminadas alrededor del pesebre una que otra oveja que acompañaban a los pastores. Este era el símbolo que se nos introducía en nuestros corazones como la semilla de nuestra fe, era la realidad, era Dios hecho hombre que venía a salvarnos del pecado y ahí también aprendimos a venerar y respetar a la Virgen María y a su digno esposo San José.
Estas verdades Dogmáticas nos explican la autenticidad e innegable existencia de estos acontecimientos, pero desde nuestra perspectiva individual y desde nuestra formación en nuestros hogares, ¿cómo sentimos y valoramos la Inmaculada Concepción y la Natividad de Nuestro Señor?
La Inmaculada Concepción.- Recuerdo muy bien que el día 8 de Diciembre de cada año se realizaba en nuestra Parroquia la Primera Comunión de todos los niños que habíamos asistido a la preparación catequística.
¡Qué fecha tan solemne! íbamos a recibir a Jesús en la Hostia Sagrada y en el día en que fue concebido por la Virgen María. ¡La Virgen María, Madre de Dios, muy amiga y protectora nuestra, a quien nuestra madre, el Párroco y las catequistas nos habían presentado desde muy niñitos! Tal vez no entendíamos lo de la Inmaculada Concepción, pero la venerábamos y respetábamos por ser Virgen, Santa y Madre de Dios, respeto y amor que adquirimos poco a poco empezando por nuestras oraciones nocturnas antes de irnos a dormir y más tarde un poco mas grandecitos, todos los viernes a las seis de la tarde rezando el Santo Rosario.
Sobre la Natividad del Señor, en nuestras épocas de niños, hace ya muchos, pero muchos años, en casa, para el mes de diciembre empezábamos los preparativos para hacer el nacimiento. De esa época, yo -personalmente- no recuerdo haber tenido para la navidad ninguna clase de árbol que se identificara con ella, solo el Nacimiento, así se le llamaba al conjunto de imágenes que representaban a la Virgen María, a San José y al Niño Dios, como actores principales, y luego venían los humildes pastorcitos y después los Reyes, Melchor, Gaspar y Baltazar. Por último para completar la escena se tenían al pie del niño recién nacido, una vaquita y un burrito, que según mi madre estaban ahí para proporcionar calor al niño recién nacido. Diseminadas alrededor del pesebre una que otra oveja que acompañaban a los pastores. Este era el símbolo que se nos introducía en nuestros corazones como la semilla de nuestra fe, era la realidad, era Dios hecho hombre que venía a salvarnos del pecado y ahí también aprendimos a venerar y respetar a la Virgen María y a su digno esposo San José.
Igualmente aprendimos que el niño Jesús sonreía y agradecía por igual a los humildes pastores como a los encumbrados reyes. Para nosotros no había clases sociales, junto con el pobre y el rico, de rodillas ante el pesebre también nosotros rezábamos adorando al Niño Dios.
He aquí hermanos, la base firme que desde mi niñez mi corazón se fue formando para recibir a Jesús Sacramentado en la Santa Eucaristía. Es por esos inicios infantiles que fui preparándome para llegar a ser un fiel Adorador Eucarístico Perpetuo, doy gracias a Dios y a la Virgen Santísima que me hayan llevado de la mano por el buen camino y también que me hayan vuelto a Él cuando Satanás me tentaba para ir por su lado...
Busquemos pues hermanos entre los recuerdos de nuestra infancia los motivos personales que nos acerquen más a Dios con la intercesión de la Virgen María y la ayuda de Jesús sacramentado y sembremos esta semilla entre nuestros niños.
He aquí hermanos, la base firme que desde mi niñez mi corazón se fue formando para recibir a Jesús Sacramentado en la Santa Eucaristía. Es por esos inicios infantiles que fui preparándome para llegar a ser un fiel Adorador Eucarístico Perpetuo, doy gracias a Dios y a la Virgen Santísima que me hayan llevado de la mano por el buen camino y también que me hayan vuelto a Él cuando Satanás me tentaba para ir por su lado...
Busquemos pues hermanos entre los recuerdos de nuestra infancia los motivos personales que nos acerquen más a Dios con la intercesión de la Virgen María y la ayuda de Jesús sacramentado y sembremos esta semilla entre nuestros niños.
Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado.
¡¡¡Viva Cristo rey!!!!
¡¡¡Viva Cristo rey!!!!
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