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miércoles, 25 de junio de 2014

El Sagrado Corazón de Jesús


¡En tu pecho, lleno de amor rebosa,  tu dulce y tierno corazón,
Amadísimo Jesús!

No hay dulzura ni ternura más grande en el universo entero, que la infinita misericordia, que guarda Jesús en su amante corazón.

Eres el refugio eterno de los pobres, enfermos y desamparados y a Ti acuden en busca del alivio a sus pesares, los que sufren, los que penan, los que lloran.

Tu sacrosanto corazón, de Dios por su flama encendido, amoroso cobija al doliente, dándole el consuelo de su celestial e infinita compasión.

El recuerdo flota aún en mi mente y lo tengo en el alma sellado, el glorioso día en que mi madre efectuó la Entronización del Sagrado Corazón de Jesús en nuestro hogar. ¡Fue un día de hermosa fiesta y digna celebración!

Una imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que era la fiel expresión de una belleza extraordinaria, enmarcada en un cuadro de reluciente pan de oro, fue colocada en lo alto del portal que separaba la sala del comedor. Y al pié del cuadro, una roja  lámpara votiva, semejando una flama derramaba su luz encarnada en el mismo Divino Corazón. Abajo, sobre el suelo arreglos florales de intenso color rojo completaban el deslumbrante escenario.

Luego vino la Bendición y Entronización del Sagrado Corazón de Jesús, la cual estuvo a cargo de nuestro Párroco, y al término de la misma, los invitados y familiares de rodillas rezamos el Santo Rosario, en señal de agradecimiento de que Jesús y su corazón reinaran ya en nuestro hogar.

Esta tradición, testimonio de nuestra fe, ha ido desapareciendo  por el olvido, o tal vez por la muerte de aquellas madres piadosas que mantenían viva, esta bella costumbre.

Hoy nos toca a los hijos de aquellas santas madres, proseguir con la Entronización del Sagrado Corazón de Jesús en nuestros hogares, para reafirmar nuestro amor a Jesús y sobre todo para también dar ejemplo a nuestros hijos para que  cuando ellos tengan un hogar, hagan al Corazón de Jesús Entronizar.

Oh, Amantísimo Sagrado Corazón de Jesús, en ti pongo toda mi esperanza,  para que las llamas de tu amor ardiente se derramen por toda la tierra y haga de todos los hombres, seres dignos de tu misericordia y de tu perdón.

Que mediante el  amor omnipotente de tu amoroso corazón y el Inmaculado Corazón de María, en divina conjunción, reinen para siempre en nuestros corazones.

Jesús Sacramentado, que tu sangre, en el misterio de la Transubstanciación, nos llene el alma  con un rocío de paz y alegría y seamos eternamente felices, al percibir que vives en nosotros.

Señor Jesús Eucaristía, por intermedio de la Santísima Virgen María te entregamos con humilde amor nuestros corazones, para corresponder al don tan grande en que nos das tu corazón.

Hoy no quiero terminar esta sencilla alabanza, que no puede describir toda tu grandeza, hoy solo quiero de rodillas, ante ti postrarme, para decirte:

¡Tuya es mi vida, 

quiero morir en tu cruz

Bendito y Sagrado 

Corazón de Jesús!



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!

miércoles, 18 de junio de 2014

La AEP es ¡Jesús en Cuerpo y Alma!


¡No desmayaré en proclamar la verdad innegable de que Jesús Sacramentado es parte integral de cada uno de los Adoradores Eucarísticos Perpetuos!

Adoradores Eucarísticos Perpetuos no somos todos los que vamos a la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua, sino aquellos seres que su único propósito es el de ir a la casa de Jesús Sacramentado a rendirle profunda adoración y agradecimiento.

No vamos a rogarle ni a pedirle alivio a nuestros sufrimientos,  ni a suplicarle nos ayude en nuestras interminables necesidades materiales.   

¡No!, hermanos, vamos para adorarle con todo el alma y corazón, Él ya conoce de nuestras aflicciones y nuestros contratiempos, y su ayuda, consuelo y aliento, nos llegarán cuando sea su Divina Voluntad.

El amor de Jesús por nosotros es eterno e infinito, porque Él es la fuente y origen del amor y nos amó aún antes de que  el mundo comenzara.

Si supiéramos cuanto deleite le causa nuestra visita a Jesús Sacramentado, querríamos quedarnos muchas horas con Él.  Y si supiéramos cuanto nos ama Jesús en la Eucaristía nos moriríamos de felicidad.

Estos sentimientos recíprocos de amor, los percibimos cuando nuestras mentes y corazones ya no tienen otro deseo que el de ser solo de Dios y adorarlo por toda la  eternidad.

Cuando hayamos aprendido a pensar y ver todas las cosas, no con pensamientos de hombres sino con pensamientos de Dios, entonces, Jesús Eucaristía disipará nuestras tinieblas, y adquiriremos una espiritualidad que nos hará crecer a la luz  de su amor y su sabiduría.

El momento en que empezamos a amar a Jesús Sacramentado se inicia cuando menos lo esperamos… aparece en algún momento de nuestras vidas y el alma escucha su llamado. Esta maravilla no se produce en un tiempo determinado de nuestras existencias humanas. 

Algunas veces tardamos mucho en sentir la voz del Señor que nos  invita a que vayamos a Él.

Personalmente, tuvieron que pasar 70 años de mi vida para que la voluntad del Señor se hiciera en mí!!

Pero cuando decimos: ¡si!, todo cambia en nuestras mentes y en nuestra espiritualidad. Jesús Sacramentado nos transforma convirtiendo nuestros corazones de piedra, en corazones de carne y sangre, y ya no somos nosotros, sino Jesús quien  vive en nosotros.

De allí las primeras palabras de esta exhortación eucarística:

¡¡¡Jesús Sacramentado es parte integral de cada uno
de los Adoradores Eucarísticos Perpetuos!!!

Jesús, pues, vive en ti.  Y como también el Padre y Jesús son uno mismo, así llegará el momento en que todos seremos uno con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo,  por toda la infinita eternidad.

Queridos hermanos, cuando se dirijan a Jesús Sacramentado, háganlo con mucha fe, con mucho amor y sobre todo con mucho respeto, sin exigir ni demandar, recordemos que si bien es nuestro amoroso Padre, también es nuestro Dios.

Dejemos que se haga su voluntad y no retemos sus sagrados designios. Seamos como la Santísima Virgen María, nuestra Celestial Madre, que nos dio el más puro y limpio ejemplo de humilde obediencia al Señor, cuando le dijo: 

“He aquí a tu esclava, hágase en mi tu palabra.” 

Para terminar, he aquí un humilde recurso espiritual, que en mi alma extasiada florece, cuando deseo  con Jesús platicar:

Señor y Dios mío, heme aquí, postrado a tus pies, 
para solamente adorarte y confirmarte que tuya es mi vida,
y ofrecértela en sincero sacrificio de amor por tu amor.

Jesús Sacramentado, tu siervo escucha, 
tu siervo espera, tu siervo confía... 
porque cree en ti.



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!

miércoles, 11 de junio de 2014

Bodas Colectivas Parroquiales

Este evento auspiciado por las Parroquias Católicas en México es una oportunidad que se ofrece primeramente, a aquellas parejas que viven en unión desde hace muchos años, y luego a las parejas jóvenes que recientemente se han unido en vida común, en ambos casos los motivos por no haber recibido el Sacramento del Matrimonio, son diversos, y solo conciernen a cada una de las parejas.

La Iglesia,  por intermedio de la Parroquia, la cual apoyada en este caso por el Movimiento Familiar Cristiano, una vez al año convoca a los fieles católicos, no casados por la Iglesia, a que consideren recibir el Sacramento del Matrimonio, en un evento de sencillez, pero de verdadera validez del amor y fe que tenemos en  Jesús Nuestro Dios y Señor quien, lo instituyó para nuestro bien y el de toda la humanidad.

Aquellas parejas que han vivido por años en unión libre, optaron por esta forma de vida según su libre decisión, y prevalece su vigencia hasta un límite determinado por un evento cualquiera, que a consideración de la pareja sea causal de separación.

El matrimonio católico, por el contrario, es indisoluble y perdura hasta que la muerte lo termine.

El matrimonio católico es camino de salvación porque es un Sacramento de la Santa Iglesia y como tal lleva la Bendición de Dios.

La Iglesia no obliga ni extorsiona, la Iglesia aconseja, enseña, y transmite el llamado de Jesús para alejar del mal y vivir en el bien.

Como todo en la vida, cada uno forja su propio destino, nadie es responsable del camino que escoge el caminante, ni su destino final, solamente el caminante y solo él, decide qué camino seguir para llegar a su final seleccionado.

Es nuestro deseo sincero que todas las personas que aún viven en estado de amancebamiento o unión libre, consideren la oportunidad de contraer el Sacramento del Matrimonio Religioso y escuchen el llamado de Cristo Jesús.

Este sacramento de la Iglesia te hace apto para que puedas demostrar a tu pareja y a ti mismo, que la llama de amor que los unió, aún con los años pasados, resplandece en tu corazón.

La unión del hombre y la mujer en el Sacramento del Matrimonio está cimentada principalmente, en el amor; amor de entrega, amor de correspondencia, amor de sacrificio, amor fiel y amor perenne.

El matrimonio bendecido por Dios nos fortalece para resistir todas las dificultades que se nos presentan a todos los que llevamos una vida en pareja y nos conforta en todas nuestras aflicciones y contratiempos propios de esta vida compartida. Recuerden que Jesús está siempre con nosotros, para ayudarnos en nuestras necesidades.

Particularmente en nuestra Parroquia San Francisco de Asís de la ciudad de Cardel, Veracruz, estamos organizando la Celebración Anual de las Bodas Colectivas,  que tentativamente se efectuarán el Sábado 6 de Diciembre del presente año.

Ya están en circulación los boletines, indicando a los contrayentes, los requisitos, necesarios para recibir el Sacramento del Matrimonio.

Queridos hermanos, si conocen alguna pareja que aún no ha recibido el Sacramento del matrimonio, invítelas a que lo hagan y puedan así recibir las muchas gracias y dones que Dios les tiene preparados para esta bendita ocasión.

Para mayor información sobre este evento sirva comunicarse a nuestra Notaría Parroquial:
Calle José Cardel Norte nº 26
Cd. Cardel, Veracruz CP 91680
Teléfono: 296 - 96 – 20108

Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado
¡¡¡Viva Cristo Rey!!!


jueves, 5 de junio de 2014

La Ascensión del Señor y Pentecostés


La Ascención del Señor y Pentecostés, estos dos Eventos Portentosos, junto con la Resurrección del Señor, encierran en un Triángulo de Eterno Amor, la Infinita Sabiduría y Omnipotencia de nuestro Dios Todopoderoso.

En las palabras que siguen  encontrarán la humildad, y la revelación de un corazón que lleva una verdad inspirada por la dulzura y el sentimiento de amor espiritual, que solo puede emanar de nuestro buen Dios.

La Ascensión de Nuestro Señor Jesucristo, inicia el regreso del Hijo al Padre, después de haber cumplido su voluntad de inmolarse por la salvación de los hombres.

Esta fue la primera tarea, que fue amorosamente cumplida por Jesús, con su Vida, Muerte y Resurrección. Esta labor se distingue por su alcance universal para toda la humanidad presente y futura.


Pentecostés, la segunda y no menos esencial que la primera, fue la del Llamado y Preparación de sus discípulos y escogidos Apóstoles para que continuaran propagando la Buena Nueva por toda la tierra. 

Estos hombres humildes y sencillos fueron el más ilustre y selecto grupo con los que Jesús compartió sus enseñanzas y testimonios de su divina procedencia.

Los cuarenta días previos a su ascensión a los cielos, Jesús Resucitado, los fue instruyendo con todos los misterios y dones de su divino conocimiento, haciendo de ellos su verdadera imagen y semejanza. Sin  más, fue el día que Jesús ascendió al encuentro con el Padre, en que sin parábolas, directamente, les confirmó ser el Unigénito de Dios

Antes de elevarse al Reino de los Cielos, Jesús les dijo: 

“Esto es aquello que Yo os decía, cuando estaba con vosotros, que es necesario que todo lo que está escrito acerca de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos,  se cumpla. Así estaba escrito que el Cristo sufriese y resucitase de entre los muertos, al tercer día, y que se predicase en su nombre, el arrepentimiento y el perdón de los pecados a todas las naciones.”.

”Vosotros sois testigos de estas cosas. Y he aquí que yo envío sobre vosotros la promesa de mi Padre. Mas vosotros estaos quedos en la ciudad hasta que desde lo alto seáis investidos de fuerza. Recibiréis potestad, cuando venga el Espíritu Santo y seréis mis testigos en Jerusalén y en toda la tierra.”

Luego se encaminaron en dirección a Betania, cuando llegaron al Monte de los Olivos, Cristo los bendijo y, mientras lo hacía, se fue elevando hacia el cielo y se perdió en una nube. Se les aparecieron dos ángeles que les dijeron: 

“Este Jesús, que de enmedio de vosotros ha sido recogido en el cielo, vendrá de la misma manera que lo habéis visto ir al cielo.”

Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos con la Virgen María en oración. De pronto vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban. Se les aparecieron una lenguas como de fuego, las que  separándose, fueron posándose sobre cada uno de ellos; y se quedaron llenos del Espíritu Santo. Era el mismo fuego de Amor Divino, el Amor de Dios que había sido derramado en sus mentes y corazones, en toda su integridad personal.

El Día de Pentecostés fue el nacimiento de la Iglesia Católica.  Día, a partir del cual, los apóstoles y los discípulos, ungidos por el Espíritu Santo, inician la propagación de la Palabra de Dios por toda la tierra, tal como Jesús se los había ordenado.

Gracias a que en el momento de nuestro Bautismo recibimos al Espíritu Santo, somos partícipes de los dones que Él derrama sobre todos los bautizados.

¡Qué bendición tan excelsa nos confiere Dios al insertar en nuestra humanidad, la gracia divina de su Espíritu Santo!


¡Dios se da a nosotros con el mismo amor con que nos dio a su Unigénito!


Queridos hermanos, mantengamos siempre la humilde obediencia de cumplir los mandamientos de Dios y seguir el camino que nos señala Jesucristo, para  ser dignos de recibir en nuestro ser,  a la Sacrosanta Trinidad,  nuestro Dios Todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!