miércoles, 27 de abril de 2016

Conociendo un poco de los Cuatro Evangelistas de la Biblia.


Hoy pretendemos escribir algo acerca de los cuatro hombres que escribieron los Evangelios consignados en el Nuevo Testamento de la Biblia. 

Sabemos que sus nombres son Mateo, Marcos, Lucas y Juan, pero muy pocos sabemos algo más de ellos, a no ser por las pocas referencias sobre ellos dadas en la misma Biblia y por las leyendas que se dijeron o escribieron acerca de los mismos. 

A continuación les entregamos los datos que hemos recogido en nuestra humilde investigación sobre estos santos escritores, difusores de la vida de Nuestro Señor Jesucristo, su nacimiento, pasión, muerte y resurrección,  así como el testimonio de su Sagrada Palabra, Palabra de Dios.

  • San Mateo

Es el autor del Primer Evangelio,  y era uno de los Doce Apóstoles. Su nombre significa “Regalo de Dios”

Se dice que nació en Cafarnaúm, donde era conocido como Leví, hijo de Alfeo. Allí en esa ciudad desempeñaba el puesto de recaudador de impuestos al servicio de los romanos. Este era un puesto muy odiado por los judíos, porque esos impuestos eran recaudados para una nación extranjera.

Cuando un día Jesús lo vio y sin preámbulos lo llamo diciéndole:”Sígueme”,  él, dejándolo todo, se levantó y echó a andar tras Jesús. Respuesta rápida, incondicional y definitivaSan Mateo es el séptimo de los apóstoles escogidos por Jesús, antes le habían precedido Andrés y Pedro, Juan y Santiago, Felipe y Bartolomé, simples pescadores.

San Mateo escribió su evangelio probablemente a los 15 años de la muerte de Jesús; lo escribió en arameo, la lengua de Jesús. Hoy solo tenemos la traducción griega.

San Mateo después de haber recogido una abundante cosecha de almas en Judea, se fue a predicar la doctrina de Cristo en las naciones de oriente, pero nada cierto se sabe de su existencia en ese periodo.

La iglesia lo celebra el día 21 de Septiembre y lo venera como mártir, no obstante que hasta la fecha, se desconoce el lugar y las causas de su muerte.


  • San Marcos

Parece que la casa donde Jesús celebró la Última Cena pertenecía a la familia de Marcos. Era un niño cuando Jesús predicaba. Probablemente fue uno de los primeros bautizados por San Pedro el día de Pentecostés.

Era primo de San Bernabé y acompaño a éste y a San Pablo en el primer viaje misionero que hicieron estos dos apóstoles, pero al llegar al lugar donde habían muchos guerrilleros y asaltadores, Marcos se atemorizó y se separó de los dos misioneros, volviendo a casa.

En el segundo viaje, Bernabé quiso volver a llevar a su primo Marcos pero San Pablo se opuso diciendo que no ofrecía garantía de persistencia ante el peligro, y partió solo.

San marcos llegó a ser secretario y hombre de confianza de San Pedro. Como le escuchaba siempre sus sermones  que no eran más que recordar los hechos y palabras de Jesús, Marcos fue aprendiéndolos muy bien; y dicen que a pedido de los cristianos de Roma,  escribió lo que había oído predicar al apóstol acerca de Jesucristo. Esto es lo que se llama “Evangelio según San Marcos”.

El Evangelio de San Marcos no es más que una repetición de lo que San Pedro predicaba, es el más corto de los Cuatro Evangelios, el de San Lucas tiene 1140 frases; el de San Mateo 1068; el de San Juan 879 y el de San Marcos solo 746.

Dicen que San Marcos fue nombrado Obispo de Alejandría en Egipto y que allá en esa ciudad murió martirizado por los enemigos de la religión cristiana. La iglesia católica celebra su fiesta el día 25 de Abril.

La ciudad de Venecia (Italia) lo erigió como su patrono y construyó en su honor la bellísima Catedral de San Marcos.


  • San Lucas

Se cree que Lucas fue un médico nacido en la ciudad de Antioquia, Turquía,  es el único de los cuatro evangelistas que no era judío.

Fue discípulo de Pablo quien le llamaba “el querido médico”; no conoció a Jesús en vida al igual que Pablo y sus conocimientos sobre Jesús los obtuvo personalmente indagando y obteniendo información directamente de los apóstoles y seguidores de Jesús. Se cree que en Éfeso la Virgen María personalmente proporcionó información a Lucas sobre la Anunciación, Nacimiento y Vida de Jesús.

Se asegura que el Libro Hechos de los Apóstoles fue escrito también por Lucas, ya que es en sí una continuación de su Evangelio.

Según la tradición se dice que murió mártir en Acaya, colgado de un árbol, y sus reliquias se encuentran en la Basílica de Santa Justina (Padua, Italia).

La iglesia católica celebra su fiesta el día 18 de Octubre.


  • San Juan

San Juan tuvo la inmensa dicha de ser el Apóstol preferido de Jesús.  Nació en Galilea y era hijo de Zebedeo y hermano de Santiago el mayor, todos eran pescadores.

Juan evangelista conformó junto con Pedro y Santiago el pequeño grupo de los preferidos de Jesús que llevaba a todas partes y que presenciaron sus grandes milagros. 

Los tres estuvieron presentes en la Transfiguración de Jesús en el Monte Tabor. También fueron testigos del milagro de la resurrección de la hija de Jairo. Los tres presenciaron la agonía de Cristo en el huerto de los olivos.

Juan, en la Última Cena, tuvo el honor de recostar su cabeza, sobre el corazón de Jesús y fue el único de los apóstoles que estuvo presente en el Calvario, donde Cristo le encomendó que se encargara de cuidar a su madre, la Santísima Virgen María, como si fuera su propia madre; lo cual cumplió como el más cariñoso de los hijos y junto con ella se fue a evangelizar a Éfeso y la acompañó hasta su gloriosa Asunción.

El Emperador Dominicano quiso matar a Juan metiéndolo en una olla de aceite hirviente, pero el salió de allí mas joven y sano de lo que había entrado, fue desterrado a la isla de Pastmos, donde escribió el Apocalipsis y posteriormente regresó a Éfeso donde escribió el Evangelio.

San Epifanio señaló que Juan murió en el año 100, a la edad de 94 años. La Iglesia Católica celebra la Fiesta de Juan Evangelista el día 27 de Diciembre.



Queridos hermanos, esta es una corta semblanza de los Cuatro Evangelistas a quienes recordamos en todas las ocasiones que asistimos al Santo Sacrificio de la Eucaristía, y escuchamos la Palabra de Dios escrita por alguno de ellos, para la gloria de Dios Nuestro Señor, por los siglos de los siglos, amén.





Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!

miércoles, 20 de abril de 2016

El Milagro de la Santísima Eucaristía se Repite a Diario.


En verdad, el Milagro de la Santísima Eucaristía se nos presenta diariamente y allí está presente ante nuestros ojos y muchos no lo queremos ver. 

Jesús Sacramentado en Cuerpo y Sangre esta allí, transubstanciado en la Sagrada Hostia, esperando que lo descubramos con la percepción espiritual de nuestras almas, con la fuerza reveladora de nuestra fe y con el infinito amor que Él mismo nos sembró en el corazón, el día de nuestro Bautismo.

En el hermoso silencio arrobador de la Consagración, durante el Santo Sacrificio de la Misa, al momento que el sacerdote eleva la Hostia, allí está Jesús Vivo mostrándose amoroso en la entrega total de su divinidad a toda su grey amada.

Y no obstante del glorioso momento en que somos participes del milagro de nuestra fe, algunos, no sé si muchos o pocos, no nos sentimos atravesados por el  bellísimo resplandor de la presencia real de Nuestro Dios y Señor.



¡Qué milagro de amor tan sublime
siente el alma en éxtasis 
de supremo y divino encantamiento, 
y  nos acaricia la celestial paz
que solo nos puede dar 
la infinita dulzura de Jesús,
el Hijo de Dios y de la Santísima
Virgen María, cuando le adoramos 
en el Recinto Sagrado de su gloria,
la Bendita Hostia Consagrada.!

Este arrobamiento espiritual
que el alma y corazón sienten
es la señal de luz que ilumina
las tinieblas de nuestro sentido material. 


Es el sello que nos marca indeleble
con la sangre derramada 
por Jesús en la cruz, 
es la unión eterna de nuestro ser
al Padre Celestial, al Hijo Terrenal
y al Santo Espíritu Sobrenatural. 


Esto y aún más,
de lo que es imposible describir con palabras, 
es nuestro amado y adorado 
Jesús Sacramentado, Divina Eucaristía, 
Sagradísimo Tabernáculo, Hostia Inmaculada,
cuerpo y sangre fundidos
en un único sublime crisol, 
milagro de amor
piedra angular de nuestra fe, 
principio sin fin, fin sin principio, 
vida, muerte y resurrección, 
vida eterna, muerte temporal, 
Resurrección Triunfal

Jesús vida mía, 
déjame a tus pies morir
para que en mi ultima agonía
pueda yo, indigno pecador,
besar de tus pies las huellas,
que me guiaron a tu encuentro
en tu reino celestial. 

Esta es la voz de tu pueblo 
Adorador Eucarístico Perpetuo, 
este es el sentir de tus siervos 
que anhelantes de tu amor
acuden con fervor donde moras, 
para colmarte de bendiciones 
y humildes rogarte que jamás 
les permitas faltarte y 
menos aún...  olvidarte.


Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!

jueves, 14 de abril de 2016

El Dolor en la Pasión y Crucifixión de Jesús


¿Hemos alguna vez tratado de imaginar o de explicarnos verdaderamente qué magnitud tuvo el dolor de Jesús,  en el camino subiendo al Gólgota, para ser luego crucificado;  y el martirio que pasó clavado en la cruz durante más de tres horas de agonía?

Después de ser juzgado por Poncio Pilatos y entregado a los judíos para que le dieran muerte en la cruz, por un delito que jamás cometió, comenzó el acto culminante de su Pasión.

El Hijo de Dios, en su naturaleza humana tenía que experimentar el dolor físico y espiritual,  como cualquier ser humano, para poder cumplir con el holocausto de su muerte,  la razón de su Encarnación: Redimirnos del pecado y abrirnos las puertas a la vida eterna. 

Fatigado, sin haber comido ni bebido líquido alguno, llevando sobre su cabeza una corona de espinas que se le clavaban en la frente haciendo brotar gotas de sangre que entorpecían la visión de sus ojos y se deslizaban por sus mejillas, dejando en ellas las huellas del rojo lacerante de su dolor.

En ese deprimente estado, el Hijo de Dios, fue obligado a cargar sobre su espalda -sangrante por los flagelos recibidos- con el peso agobiante del madero de nuestra redención.

Al mediar el transcurso de su doliente camino hacia la cima del Monte Calvario, con los pies destrozados por lo agreste y rocoso del sendero, con el rostro bañado en una mezcla de sangre y sudor, ya casi sin fuerzas, cayó exhausto por el peso de la cruz de su eterna glorificación.

Y fue a latigazos obligado a levantarse y seguir adelante con su pasión, bajo el sol hirviente del desértico paraje. Y, así,  la misma escena se repitió dos veces más, aumentando en cada una de ellas el anticipo del sufrimiento que le aguardaba al llegar al lugar de su crucifixión.

Alcanzado el recorrido de la dolorosa ascensión, con el rostro ya completamente desfigurado por los golpes y los salivazos recibidos de la soldadesca y del populacho fue tendido casi desnudo, sobre el madero, hoy símbolo de nuestra fe. Y le clavaron al madero, primero las manos  y luego los pies, con el vil ensañamiento de su feroz odio hacia aquel, que durante su vida en la tierra solo les dio lo más puro de su amor.

Imaginémonos el dolor tan profundo, terrible e indescriptible que Jesús tuvo que soportar al recibir las heridas que abrían las palmas de sus manos y los empeines de sus pies, atravesando piel, carne y huesos de su desfalleciente humanidad.

Baste mencionar lo que padeció clavado ya en lo alto de su cruz, la herida del costado provocada por la lanza de Longinos, la angustia de su terrible sed calmada, por una esponja remojada de vinagre.

Por encima de este cúmulo de sufrimientos e injurias físicas, el Verbo hecho Hombre, soporto la soledad del abandono,  la negación de sus discípulos, la ingratitud de sus seguidores y la falta de Dios Padre, que le hizo decir: “Padre,  ¿por qué me has abandonado?”.

Queridos hermanos, esta es la razón de mi pregunta, título de este artículo, 

¿Sientes y realmente padeces los sufrimientos de 
Jesús en su Pasión y Crucifixión? 

Porque eso es lo que hoy Jesucristo siente y padece cada vez que cedemos al pecado… Lo crucificamos cada vez que lo hacemos.

Si de verdad así lo sintiéramos… 

¡No volveríamos a pecar en nuestra vida!


Para alcanzar la plenitud de gracia, roguemos al Divino Jesús Sacramentado que nos de la fuerza física y moral para alejarnos de las ocasiones próximas al pecado. Y pidamos a la Santísima Virgen María, la dulce Madre de Dios, interceda por nosotros ante Dios Todopoderoso para que nos perdone por las veces que hemos pecado sin haber sentido el dolor verdadero de haberlo hecho.

Y que a partir de hoy, acudamos al sacramento de la Reconciliación solo para confesar que hemos tenido solo la tentación, sin llegar a crucificar a Jesús como antes lo hacíamos.



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!

miércoles, 6 de abril de 2016

Recordatorio de las Normas Esenciales para la Adoración Eucarística Perpetua.


Es necesario de vez en cuando traer a nuestra memoria las Reglas Básicas que rigen y deben ser observadas por todos y cada uno de los fieles que ingresamos a una  Capilla de Adoración Eucarística Perpetua.

Aprendimos a practicar estos preceptos fundamentales en el inicio cuando establecimos la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua en nuestra Parroquia; pero  en el transcurrir de los años han llegado nuevos adoradores a quienes tal vez no les hayan sido comunicados y los que hemos permanecido fieles a nuestro sagrado compromiso con Jesús Sacramentado desde el inicio, habemos, sin quererlo intencionalmente, disminuido nuestra rigidez disciplinaria en la observancia de las normas establecidas.

Sea pues, el recordatorio, que humildemente les presentamos a continuación, como el agua que alimenta a las nuevas plantas como también el vital líquido que restablece el vigor y la vida plena en las raíces de una planta de mucha edad.

Para que nuestra Hora Santa de Adoración a Jesús Sacramentado, lleve lo más puro y hermoso de nuestra presencia,  además de la  espiritualidad de nuestra amorosa intención, es necesario que observemos las normas que expresan nuestro respeto y decoro exterior a quien venimos a visitar en la Capilla de Adoración Eucarística Perpetua.

1.- Adora a tu Señor en silencio. El silencio es la voz del alma. Que ni el mínimo murmullo salga de tus labios y pueda interrumpir el diálogo que tienes con tu Dios.

2.- Compórtate con reverencia y decoro. No hagas ademanes exagerados con tu cuerpo. Tu Dios no necesita que le demuestres tu amor con expresiones corporales, Él tiene sed de tu alabanza y adoración espiritual.

3.- No olvides ser puntual. Tu cita es con Dios en el día y en la hora comprometida.

4.- El Señor no puede, bajo ningún concepto, quedarse solo. Siempre debe de estar por lo menos un adorador en su presencia.

5.- Si por alguna razón extraordinaria no puedes asistir en la hora y día establecido. Es tu responsabilidad y obligación de buscar quien pueda reemplazarte.

6.- No olvides firmar el Libro de Asistencia. Hazlo al entrar así te reconocerá a quien vas a reemplazar y podrá retirarse sin la preocupación de dejar solo al Señor.

7.- Procura hacerte propagador de esta gracia que has recibido de Dios buscando nuevos adoradores.

8.- Pide a Jesús Sacramentado que te ayude y te de ánimo y fuerza para cumplir esta misión.


Estas son las normas básicas que necesitamos cumplir cabalmente para ser dignos de pertenecer como miembros de la Adoración Eucarística Perpetua. Cada parroquia tiene, además de las normas básicas nombradas aquí,  sus reglas particulares de acuerdo con la cultura, idiosincrasia y tradiciones de su grey. Aplicadas sin que sean una irrespetuosidad para con la Sagrada Eucaristía.

Queridos hermanos, estén conscientes de que el privilegio de ser Adoradores Eucarísticos Perpetuos es una gracia, un llamado que Dios mismo te hace. Es un regalo que Jesús te ofrece por el infinito amor que te tiene y quiere que vengas a Él, vivo en la Sagrada Eucaristía y que sea el preludio de tu gozo en la tierra, a la eterna felicidad que encontraras con Él en el cielo.




Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!