miércoles, 28 de octubre de 2015

Morir... para ¡Eternamente Vivir!


Ayer recibí por correo electrónico la noticia de que un compañero, de la escuela de la que nos graduamos hace ya casi 53 años, había fallecido.

Es el 51° hermano que se nos ha adelantado, en conocer la alegría de morir para vivir, de nuestra querida promoción G-52, perteneciente al Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, en Lima, Perú.

Hoy, día de publicación de nuestro post semanal, hemos querido hacerlos partícipes a todos los que habitualmente nos siguen, desde hace un poco más de 300 semanas, de un hecho que nos concierne directamente a un grupo de amigos pero que es cualidad inherente a todos los seres humanos.

El amigo a quien le tocó hoy la dicha infinita de recibir la luz celestial de la vida eterna, era mi hermano, mi compañero inseparable de nuestras andanzas juveniles. 

Fuimos alumnos internos y vivíamos, estudiábamos, desayunábamos, almorzábamos comíamos y hasta dormíamos en camas contiguas en el dormitorio general del internado. 

¡Siempre juntos desde el amanecer hasta el anochecer!

Solíamos salir de paseo los días domingo, algunas veces acompañados por otros amigos y otras veces en compañía de dos niñas con las cuales estrenábamos nuestros inocentes amores juveniles, amores que duran lo que el perfume de una flor puede durar.

Nos conocíamos tan bien y tan profundamente que ninguna experiencia de nuestras vidas juveniles existía si no la compartíamos ambos.

En Diciembre del año 1952, cuando nos graduamos, nuestras vidas se separaron como dos ríos que en natural bifurcación se alejan uno del otro, buscando nuevos horizontes. ¡Nunca más nos volvimos a encontrar!, solo a comienzos del presente año le hable para saludarlo por su cumpleaños. Y me enteré de que se hallaba muy delicado por un problema con su amigable corazón. 

Ayer me dieron la noticia de su partida y recé por su alma con la oración mas sentida y a la vez más llena de gozo, porque estoy seguro que la Santísima Virgen de Guadalupe condujo su alma a la dulce morada de paz donde se ha unido a Dios Padre, a Dios Hijo y a Dios Espíritu Santo.

Queridos hermanos, quisiera que esta pequeña remembranza personal les haga reflexionar sobre nuestro destino final, la gloria de poder contemplar la luz del Rostro Divino de Jesús Nuestro Dios y Señor; y para lograrlo hay que estar preparados para el último viaje.

Porque Jesucristo en sus propias palabras nos lo ha advertido, que debemos estar atentos y en plena gracia de Dios, porque nadie sabe cuando será el día que nos toque escuchar su llamado final.

Pidamos a Jesús Sacramentado y a la Santísima Virgen María, guíen nuestros pasos por el camino de nuestras vidas y nos conduzcan a su morada celestial para poder dar gloria y adoración eterna a Dios Todopoderoso.



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!


miércoles, 21 de octubre de 2015

¿Nos Castiga Dios por Nuestras Ofensas?


La pregunta sobre si Dios castiga o no castiga, es el punto de innumerables controversias entre teólogos y eruditos en la materia. 

 Es la línea que separa el del no, es el fermento de la inquietud humana por polemizar, basándose en sus propias interpretaciones. Cada cual utiliza las Sagradas Escrituras en su favor, citando, ambas corrientes,  pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento. 

En principio veamos el significado de la palabra “Castigar”

  1. Ejecutar algún castigo en un culpado.
  2. Mortificar y Afligir.
  3. Estimular con el látigo o con las espuelas a una cabalgadura.
  4. Escarmentar (Corregir con rigor a quien ha errado).
  5. Corregir o enmendar una obra o un escrito.
  6. Aminorar gastos.
  7. Enamorar por puro gusto o jactancia.




Significado de la palabra “Castigo” 

  1. Pena que se impone a quien ha cometido un delito o falta.
  2. Enmienda, corrección de una obra o escrito 




Significado de la palabra “Reprender” 


  1. Corregir, Amonestar a alguien vituperando o desaprobando lo que ha hecho o dicho.



Cuando pecamos ofendiendo a Dios...  ¿Nos castiga Él?...

Es muy común en nuestro concepto de la Justicia de Dios,  decir, que Dios castiga al que actúa mal. O expresiones tales como: ”Cuidado que Dios te puede castigar”.

Muchos de nosotros procedemos en nuestras vidas, teniendo como premisa el castigo de Dios:

1) Si actúo bien, es para no ser castigado y 
2) Si de otra parte actúo mal, es para ser castigado.

Por otro lado en nuestra propia e íntima indulgencia nos consolamos diciendo que Dios no castiga porque es Amor y nos ama,  porque es Misericordioso y siempre nos perdona. Al menos nos advierte del mal hecho con una amonestación o penitencia. Es el salvavidas de nuestras almas que nos permite reincidir en el pecado y en la ofensa porque siempre se nos perdonará eliminando todo castigo. 

Entre la polémica si Dios castiga o no castiga, desde el punto de vista de otros católicos,  esta la posición de aquellos que dicen que Dios no castiga, somos nosotros los que nos castigamos escogiendo entre el mal y el bien. Imponiéndonos nosotros mismos el castigo del remordimiento dictado por nuestra conciencia.

Sin tratar de llegar a una verdad absoluta sobre el tema expuesto me limito a que medites sobre el Numeral 55 del Catecismo de la Iglesia Católica que dice: 

Esta revelación no fue interrumpida por el pecado de nuestros primeros padres. Dios, en efecto, “Después de su caída alentó en ellos la esperanza de la salvación con la promesa de la Redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras.” 

Para terminar en una humilde opinión digo de todo corazón que los hombres siempre tendremos pensamientos humanos porque estos no son los de Dios y en esta polémica pretendemos analizar una de las muchas cualidades que pertenecen a la Divinidad de la Suprema Majestad de Dios Todopoderoso


Hermanos, esperemos confiados que al final de nuestro paso por este mundo, siguiendo los mandamientos de Dios y el de nuestra Santa Iglesia Católica, Dios mismo nos revelará el misterio de nuestro eterno destino.


Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado 

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!  



miércoles, 14 de octubre de 2015

Dios está en Nosotros y No lo Percibimos.


Desde el momento en que fuimos bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, la Gracia de Dios nos convirtió en hijos suyos para siempre. Dejamos de ser creaturas  y renacimos, al recibir este Sacramento, como cristianos miembros de la Iglesia Católica.

Pasados unos años de nuestra existencia, el entorno familiar, los amigos y el medio ambiente mundano que nos rodea fue llenando nuestros sentidos de inquietudes impías, de falsas promesas inducidas por  el maligno.

La vorágine del placer nos fue envolviendo en su espiral de ilusos cánticos de sirenas, que nos hicieron olvidar a Dios.

En muchas ocasiones nuestra conciencia guiada por la mano de Dios nos recriminaba el haber decidido caminar por la senda equivocada, mas nuestros sentidos embotados por el pecado y nuestra alma adormitada por la satánica música del mal ¡no percibía la llamada de Dios!.

Ante todo este tenebroso destino que nos trazamos por la voluntad propia de nuestra repugnante soberbia, apareció la luz que todo lo puede, la luz de la Infinita Misericordia de Dios y despertó nuestra alma de su horrible pesadilla.

Recobramos el juicio y nos despojamos de todas las vestiduras pecaminosas que cubrían nuestra mente, alma y pensamiento, y postrados humildemente ante Dios, nos reconciliamos con Él, en el Sacramento de la Confesión, del  arrepentimiento y de la penitencia. Y nuestra alma quedó sana por el infinito amor de Dios,  nuestro Creador y Señor.

Queridos hermanos,  que hoy están alejados de Dios, detengan sus pasos en el camino equivocado, despierten esa alma adormitada, vuelvan sus  ojos a ese rincón de vuestros corazones donde Dios les  espera con su eterno amor e infinito perdón.

No hay cosa que Dios no pueda hacer por el poder que tiene sobre todo, tanto en la tierra como en el cielo.

El perdón de Dios no tiene límite, no hay pecado ni ofensa que Él no pueda perdonar. Su amor por nosotros, sin excepción, es inagotable y lo derrama sobre todo aquel que de corazón quiere ser perdonado y arrepentido promete con promesa sincera y humilde, jamás volver a ofender a Dios con el pecado.

Que la Santísima Virgen María, la dulce María, sea nuestra intercesora ante su Divino Hijo para que lleve nuestra promesa de enmienda al Padre Dios Todopoderoso.

Que tus oraciones y plegarias sean incesantes y prometas hacer una vida donde toda ella esté centrada en el amor a Dios. Que ames a tus enemigos, que ores por todos los pobres, enfermos y necesitados del mundo. Que tus oraciones sean rubricadas por tus acciones. ¡Que pidas un poco menos y des mucho más!

Que si cumples este cambio de vida te aseguro que día a día te veras que creces en santidad, porque esa es la voluntad de Dios, que todos seamos santos, y el día que esto suceda habrá fiesta en el cielo porque ¡ya tenemos un nuevo santo en la tierra!


Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!


lunes, 12 de octubre de 2015

Un Ejemplo para Seguir e Imitar


A propósito del Sínodo de la Familia que fue abierto por el Papa Francisco este pasado 4 de Octubre del 2015, en el que destacó clara y enérgicamente, la indisolubilidad del matrimonio, que la familia se compone de un hombre y una mujer y condenando el divorcio; me permito reseñarles este bello episodio Matrimonial Colectivo llevado a cabo el pasado mes de Septiembre en una pequeña Parroquia de un más pequeño pueblo, de los que hay muchos en muchísimos países de este mundo.

La humildad del párroco así como de los mismos contrayentes nos impulsan a mantener en el anonimato el lugar y nombre de la parroquia, mas la realización del Sacramento del Matrimonio es un hecho que es nuestra obligación divulgarlo, como testimonio ejemplar, que debemos seguir e imitar.

Después de muchos meses de ardua tarea de ir concientizando a las muchas parejas existentes en el pueblo y que vivían en unión libre, se llegó a la verdad de que eran 13, las que habían decidido unirse en sagrado matrimonio.

Las excusas y motivos para no aceptar la invitación de recibir la bendición matrimonial de Dios fueron muchas y variadas, algunas fueron solucionadas por la intervención directa del Señor Párroco:

  • ¿Que no puedo, porque no soy bautizado?... ¡Pues te bautizamos!
  • ¿Que no estoy confirmado?... ¡Pues te confirmamos!
  • ¿Que no tengo dinero para dar el óbolo a la parroquia?... ¡Pues es gratis y no cobramos en las bodas colectivas!


Y así muchas evasivas y pocas convicciones que ni la positiva disposición del sacerdote, ni los ruegos de uno de los miembros de la pareja, pudieron modificar la negativa del reacio o de la reacia.

¡¡¡Así se llegó al número de 13 parejas y se fijó en dos meses
el lapso de preparación para llevar a cabo la ceremonia!!!

Charlas prematrimoniales, preparación para los No-Bautizados o No-Confirmados, obtención de documentos indispensables requeridos, nombramiento de padrinos para cada pareja y el ensayo del ceremonial, sin excluir ninguna acción Litúrgica del Sacramento del Matrimonio Religioso.

Tuvimos la voluntad de Dios de ser invitados a la Misa de la Celebración Matrimonial por uno de los contrayentes, amigo nuestro.

¡Y llegó el día señalado!

Concurrimos al templo con la debida anticipación y fuimos recibidos por dos amables hermanos designados para recibir a los asistentes, nos preguntaron por el nombre de la pareja contrayente y habiendo obtenido nuestra respuesta nos llevaron al lugar donde nos correspondía según un listado que tenía una de ellas.

Y así lo hacían con cada persona que llegaba. Los que no eran invitados fueron acomodados en las naves laterales del templo. ¡Quedé muy sorprendido de un orden predeterminado que no esperaba!

A la hora estipulada empezó la Misa y el sacerdote bendijo e invitó a cada una de las parejas formadas en el atrio del templo a pasar a la nave principal de la Iglesia. Colocándose las parejas en dos filas, una, de las contrayentes y en la otra, los contrayentes dándose frente a una con la otra.

Desde el comienzo hasta el final de la Misa y de la Ceremonia Matrimonial, el procedimiento empleado por el Sacerdote con cada pareja, fue el mismo que se emplea en una Boda particular de una sola pareja. Las ceremonias del Cambio de Anillos, la Bendición de las Arras, la Colocación del Lazo por los padrinos, y otras más, hasta la del Párroco después de recibida la Bendición Matrimonial y anunciándole que el Novio puede besar a la Novia.

Todo este ceremonial fue realizado con el respeto y dignidad que no había jamás visto en una Boda Colectiva, que en este caso no por ser colectiva, dejó de tener el valor sagrado que tiene por ser un Sacramento de la iglesia católica instituido por el mismo Jesucristo Dios y Señor Nuestro.

No está de más indicar que entre las edades de las parejas contrayentes había una pareja mayor --muy mayor-- y otra muy joven, pero todas inmensamente felices de haber podido constituir una verdadera familia católica bendecida por Dios.

Nuestras humildes felicitaciones a los contrayentes, al párroco y la comunidad de este pequeño pueblo que nos dio una muestra de que Querer es Poder, cuando está inspirado en el amor celestial.

Que este pequeño ejemplo sirva de guía a todas las comunidades católicas del mundo para que se organicen Bodas Colectivas en sus respectivas parroquias, para que reine la paz y el amor en cada familia y que así contribuyan al progreso social de cada país y para la gloria de Dios Padre Todopoderoso.


Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!

jueves, 1 de octubre de 2015

Confesiones a Ustedes Hermanos.


Revisando las páginas del alma, donde recordé arrepentido los consejos torcidos recibidos del maligno, quiero describir en este articulo lo que en cada Celebración Eucarística decimos en el “Yo Pecador”. (Confiteor, en latín)

Por lo tanto pido a ustedes hermanos que roguéis por mi y todos los pecadores, inclusive ustedes, y que estas palabras sean una advertencia para NO escuchar los consejos de Satanás, por más atractivos y prometedores que nos parezcan.

La puerta del pecado es el pensamiento que brota de una mente débil inducida por el demonio y que crece conforme lo vayamos escuchando, hasta convertirse en una obra que ofende a Dios.

La primera y preferida trampa que nos tiende Satanás es la de engañosamente alabar nuestra egolatría, también conocida con los nombres de vanidad, orgullo, y la soberbia, que es el estado más indigno del ser humano ante Dios.

¿A quién no le agrada ser reconocido públicamente 
por haber obtenido
una distinción sobre sus demás hermanos?

¡¡¡Cuidado!!! Este es el primer paso que empuja a nuestras almas a las manos de Satanás. Nos sentimos superiores, nos vanagloriamos de nuestra encumbrada posición. Y así va creciendo en nosotros la fuerza del demonio que nos llevará irremediablemente al pecado de la soberbia, que nos aleja y arroja a Jesús de nuestros corazones.

Al instante que sintamos una pequeña, por más pequeña que sea, una chispa de orgulloso placer, rechacemos el indigno sentimiento que nos amenaza e invocando a nuestra protección divina, mediante ella, echemos de nuestras mentes y almas al demonio depredador.

Esta lucha del bien contra el mal es una batalla diaria que tenemos que librar con la firmeza de nuestra Fe en Dios. No podemos, no debemos descuidarnos, estemos siempre preparados para enfrentar al mal.

¿Cómo podremos estar preparados para combatir y vencer al mal,
que nos es otro que el mismo Satanás?

Construyamos un fuerte triangular que proteja nuestras vidas espirituales y que cada lado este resguardado por:

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Que nuestra fortaleza sea tener siempre a Jesús en nuestros corazones mediante el Sacramento de la Santísima Eucaristía, porque cuando más recibamos el Cuerpo y la Sangre del Hijo, más tendremos la eficaz ayuda del Padre y la fuerza del Espíritu Santo.

  • Ayunemos con frecuencia y demos a nuestros cuerpos lo indispensable para mantener la vida ya que con el ayuno el espíritu se fortalece y nuestras almas se elevan, besando a Dios.

  • Llenémonos de amor y de paz, de castidad y paciencia, de caridad y generosidad, de diligencia y templanza.

  • Oremos continuamente pidiendo a la Santísima Trinidad que nos haga santos.
  • Y pidamos a la Santísima Virgen María que interceda por nosotros, pidiendo a su divino Hijo, Jesús Sacramentado, eleve nuestra plegaria a Dios Padre Todopoderoso para obtener de su Espíritu Santo la gracia perfecta de la humildad.



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!