miércoles, 27 de agosto de 2014

¡Estamos Decepcionados... pero NO Claudicaremos!


¿Decepcionados?... Y ¡quién no lo está!, en este mundo lleno de injusticias, perversidades, asesinatos, crímenes y guerras. 

Un mundo sumido en el pecado, sin amor, sin Dios. Donde el dinero es el fin que persiguen los codiciosos, soberbios y egoístas y cuando lo poseen  se convierten en modernos “fariseos”, que se asemejan a sepulcros, pintados por fuera del blanco de la cal, pero llevan por dentro la podredumbre.

Hoy, en nuestros días, en donde quiera que posemos nuestra mirada, encontramos maldades, robos, muertes, secuestros, drogadicción, corrupción, fraudes, en fin todo un diccionario completo de la inmoralidad y decadencia del ser humano.


¿Qué nos ha llevado a esta situación de tiniebla espiritual y
 desenfreno material?... 

¿Cuál será el límite que nos llegue a sepultar
 en nuestra propia soberbia?


Sobre el origen de esta hecatombe de la humanidad, ni científicos, ni sociólogos, ni eruditos en el comportamiento de los seres humanos, nos dan una explicación que podamos entender y menos comprender.

Aquellos pocos que aún creen en Dios y en su Sagrada Palabra, son los que reconocen la verdad de la debacle de los principios éticos, morales y religiosos en la actual población mundial.

Es solo una: la humanidad, casi totalmente, ya no cree en Dios.

Desde hace aproximadamente 50 años, los adelantos de la ciencia y la nueva tecnología en los diferentes campos del saber y dominio humano, han contribuido indirectamente a crear una falsa imagen del ser humano, no a semejanza de su creador, Dios, sino a llegar a pensar que son iguales a Dios, o sea “dioses”. Así lo demuestran la conquista del espacio, la creación de la vida humana in vitro, los trasplantes de órganos, y otros tantos eventos que han endiosado falsamente a sus creadores y a todos los que comulgan con su ateísmo científico y tecnológico.

El resultado por consiguiente, es el rechazo total a toda religiosidad y a sus principios y leyes, como la ignorancia a los Diez Mandamientos de la Ley de Dios y la falta de  observancia y cumplimiento de los mismos.

Desconocer los Diez Mandamientos es permiso absoluto, !!!para adorar a otros dioses, para no amar, y ni siquiera considerar a tu prójimo, para no asistir ni guardar los días de fiestas religiosas, para no respetar ni a tu padre ni a tu madre, para matar cuando quieras, para  caer en el placer de todos los vicios, para robar todo lo que se te antoje, para decir mentiras y falsos testimonios cuando sea en tu propio provecho, para que tu mente piense solo en actos impuros, y para codiciar hasta obtener todos los bienes ajenos!!!

Pues, esto es lo que está haciendo, de una u otra manera, la mayoría de la gente. 

¿No es este el reflejo de lo que pasa en todo el mundo?

Y nosotros y ustedes, los pocos que aún creemos en Dios, ¿nos someteremos a voluntad del demonio? No, mil veces no, ¡no claudicaremos!

Lucharemos sin descanso, reevangelizaremos a todos aquellos hermanos que han abandonado el camino recto para que ellos una vez sanos en mente y espíritu, nos puedan ayudar a evangelizar a los otros. ¡Almas ya casi en total posesión de Satanás!

Hermanos Adoradores Perpetuos de la Santa Eucaristía, la  misión que Jesús Sacramentado, espera y confía en nosotros, es la de multiplicar el número de personas que se comprometan a tener una Hora de Oración con Jesús Dios vivo en las Capillas de Adoración Perpetua y cuando estos adoradores rebasen la capacidad material de una capilla...

¡se abran nuevas capillas!,

en las parroquias, en las ciudades, en los países, en toda la tierra. Y cuando haya una Capilla de Adoración Eucarística Perpetua en cada Parroquia de todo el mundo, llegará la Parusía, la Segunda Venida de Cristo

¡La tierra será el Reino de Dios!



Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado


¡¡¡ Viva Cristo Rey !!!

miércoles, 20 de agosto de 2014

San Bernardo de Claraval (Clairvaux)


Estamos seguros que muchos católicos ignoramos por completo quien fue este Santo Doctor de la Iglesia, y si no hubiera sido por una insinuación del Espíritu Santo, nuestra divina inspiración, no lo hubiéramos tampoco conocido nosotros.

Es así como buscando un tema para escribir nuestro acostumbrado mensaje semanal, sin pretenderlo, encontramos a San Bernardo de Claraval, y leyendo algo sobre su vida nos enteramos entre sus muchas virtudes, la gran virtud y don que puso Dios en su mente y corazón  por intermedio de su Santo Espíritu, “Un infinito y purísimo amor a la dulce y siempre Virgen María.” 

 Entre todos los predicadores católicos, quizás es el único que haya hablado con más cariño y emoción sobre la Santísima Virgen María, que este gran Santo. Él fue  quien compuso esas últimas palabras de la oración "Salve":  

¡Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!…..

Es pues con gran fervor religioso en nuestra alma y corazón que les mostramos algunos rasgos biográficos de San Bernardo de Claraval:

Nació en Fontaine-Dijon, Borgoña, Francia, cerca de Suiza, en el año 1090. Sus padres fueron Tescelin, Señor de Fontaine y Aleth de Montbard, ambos pertenecientes a la alta nobleza de Borgoña. Bernardo era el tercero  de una familia de siete hijos,  de los cuales seis eran varones.

Desde temprana edad fue educado esmeradamente siendo a los nueve años enviado a estudiar a una famosa Escuela, Chatillon-sur-Siene; donde destacó por su gran inclinación a la literatura y se dedicó algún tiempo a la poesía. 

Ganó gran admiración de sus maestros y uno de ellos, Bossuet decía de él “Todo en él era piedad. Tenía devoción especial a la Santísima Virgen y nadie ha hablado de manera más sublime de la Reina de los Cielos.”

En el año 1113, Bernardo solicitó su ingreso al Monasterio de Citeaux, en donde fue aceptado con mucha alegría. Tres años después Bernardo fue enviado con otros monjes a fundar un nuevo monasterio en un lugar llamado Valle de la Amargura, por su aridez y soledad. El nuevo monasterio estaba situado en una alejada zona boscosa en la Diócesis de Langres. Bernardo le llamó Claire Vallée, de Clairvaux (Claraval)  y desde ese día, 25 de junio de 1115 los nombres de Claraval y Bernardo son inseparables.

Los comienzos de Claraval, fueron confusos y penosos. El régimen era tan estricto y austero que afectó la salud de Bernardo. Sin embargo el monasterio progresó rápidamente. Supo infundir de tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de claraval, que habiendo comenzado con solo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este Convento de Claraval salieron monjes a formar otros 63 conventos.

En la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder tan grande de atracción; tan grande para llevar gente a la vida religiosa, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que sus novios hablaran con Bernardo, lo llamaban el cazador de almas y vocaciones.

Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.

Finalmente a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó feliz a su eternidad el 20 de agosto de 1153. Tenía 63 años. El Sumo Pontífice lo declaró como el Último Doctor de la Iglesia Católica.

Mención aparte es necesaria, para destacar el inmenso amor que profesaba San Bernardo de Claraval por nuestra Santísima Virgen María. Un alma tan grande y piadosa, no podía haber florecido con tan gran luminosidad,  si no llevara en su corazón,  el purísimo amor que sembró en él, la dulce Madre de Dios.
 
Siempre, durante toda su existencia terrenal, repetía en éxtasis de arrobamiento sin igual:


“Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir,

que alguno a ti haya acudido, sin tu auxilio recibir.”


Siguiéndola no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial.

Es éste, nuestro humilde tributo a un Santo hasta hoy, desconocido por muchos, pero no para quien lo conoce y ama con su dulce infinito amor de madre, nuestra única, excelsa Reina del Cielo y de la Tierra, la siempre Bendita e Inmaculada Madre de Dios.

Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado.

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!


miércoles, 13 de agosto de 2014

¿Qué es la Fe para Ti?


¿Has pensado seriamente en cuál es tu respuesta a la pregunta que hacemos en el título de este escrito?


¡Escríbela, ahora!


Ahora bien, lee con calma, las definiciones sobre la fe, escritas por seres sabios e iluminados por la luz del Espíritu Santo.

Empecemos como necesaria introducción, lo que dice básicamente, el Catecismo de la Religión Católica:

“La Fe es la Virtud Teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma.” 

De la fe que hablamos, es de la Fe Divina. Existe también la Fe Humana. A continuación, detallamos brevemente lo que son cada una:

“La palabra Fe proviene del latín fides, que significa creer. Fe es aceptar la palabra de otro, entendiéndola y confiando que es honesto y por lo tanto que su palabra es veraz. Esta es la fe humana."

"Se trata de la Fe Divina cuando es Dios a quien se cree, la fe divina es una virtud teologal y procede de un Don de Dios que nos capacita para reconocer que es Dios quien habla enseñando en las Sagradas Escrituras y en la Iglesia. A Dios le debemos fe absoluta porque Él tiene absoluto conocimiento y es absolutamente veraz.”

“Por la fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios.” Y para hacerlo conscientemente tiene que conocer y hacer la voluntad de Dios.

El don de la fe permanece siempre que no se haya pecado en contra de ella; pero la fe sin obras no puede existir.

La fe privada de la esperanza y de la caridad, no une al fiel con Cristo.

En síntesis, el cristiano tiene el compromiso consigo mismo, por su amor a Dios, de profesar, conservar y extender la fe.


Testimonios sobre la fe, hechos por algunos Santos de la Iglesia Católica:

San Pedro y San Pablo:

  • San Pedro fue el apóstol que expresó a una pregunta de Jesús;  que Jesús era el mesías, el Hijo de Dios, y su testimonio le valió ser la piedra angular de la Iglesia.
  • San Pablo realizó grandes viajes de misión evangelizadora y sus escritos enuncian nuestra fe.
  • Ambos santos dieron su vida en testimonio de la fe.


San Francisco de Asís:

  • Uno de los santos más venerados, vivió el Evangelio practicando la palabra de Jesús principalmente en su amor a los pobres. San Francisco de Asís se convirtió en un símbolo de paz gracias a su fe y su extraordinaria humildad.


San Ignacio de Loyola:

  • Este destacado santo es el fundador de la Compañía de Jesús (Jesuitas)  y sobresalió por su constante apego al Evangelio. San Ignacio escuchó el llamado de Dios, mediante un hecho notable de fe, que daría lugar a los ejercicios espirituales que hasta hoy son un método vigente y efectivo de la oración.

San Francisco Javier:

  • Contemporáneo de San Ignacio de Loyola, fue uno de los primeros miembros de la Compañía de Jesús. Su testimonio de fe lo llevó a viajar a apartados lugares del mundo a predicar el Evangelio. Fue el gran evangelizador misionero de Asia, visitando países como India, Indonesia y Japón. Su gran sueño era el de evangelizar en China, pero una enfermedad contraída a las puertas del gran imperio, y a raíz de la cual falleció, le impidió lograr su deseo. 


Queridos hermanos, la fe no la podemos ver y sin embargo existe, no la podemos tocar pero si la sentimos, no la oímos hablar pero si escuchamos su voz

Y este Divino Don que no vemos, que no  tocamos y que no oímos:  es la Luz que se derrama en nuestros corazones, es la suave caricia de la brisa del amor y es la Palabra del Evangelio que palpita en nuestra mente....

En fin hermano ...

¡Es Dios que nos ve,   es Dios que nos toca,

es Dios que nos habla!,

es Él,  que nos dice: 

“No temas, SOY YO, levántate, 
espera en mí, confía en mí, cree en mí,  

¡hombre de poca fe !




Alabado y Adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!



miércoles, 6 de agosto de 2014

Jesús Eucaristía y la Virgen María.


La Santísima Virgen María fue la primera y más excelsa adoradora de Jesús en la Eucaristía


María es la perfecta adoradora de Jesús en el Santísimo Sacramento, que es la presencia real, verdadera de su cuerpo, sangre, alma y divinidad.

Jesús antes de ascender al cielo nos aseguró, que volvería con nosotros, diciéndonos: “No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros.” 

La Sagrada Eucaristía, es la forma que escogió para volver y permanecer siempre con todos nosotros. La Eucaristía es el cumplimiento de su divina promesa.

Después que Jesús, nuestro Señor, subió a los cielos,  María pasó el resto de su vida ante Jesús Vivo en la Eucaristía. Porque en ella, ya no había límite en el grado de unión divina que compartía con Él.

Por eso, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles, ellos estaban orando alrededor de María. Y el fuego del Espíritu de Dios era el mismo fuego que envuelve al corazón de Jesús en la Eucaristía, llenándolo de un infinito amor Divino.

El corazón amoroso de María es la puerta que nos lleva directamente a Jesús. Cuando rezamos el Rosario ante el Santísimo Sacramento, estamos amando a Jesús con el corazón de María.

El día de la Asunción de María al cielo, su corazón inmaculado se hace uno con el Sagrado Corazón de Jesús, para toda la eternidad, y por ende, donde está Jesús, ¡¡está también María!!.

Todos los santos, sin excepción, han centrado su amor a Jesús mediante la Adoración al Santísimo Sacramento e igualmente han tenido en sus corazones la alabanza amorosa a la Inmaculada Virgen María. He allí el divino dualismo, fruto de un mismo amor.

Existen muchos testimonios, escritos o hablados, que constituyen la certeza de nuestra fe. Hay uno, que aunque poco divulgado, la profundidad de su sentimiento, la pureza de su percepción y la riqueza de su contenido espiritual nos atraviesa como una flecha azul, nuestro humilde corazón:

“Lucía, la vidente de Fátima, refiere en sus memorias que el ángel de Portugal en su tercera visita les dio a los tres la Comunión. El ángel tenía en su mano izquierda un cáliz sobre el cual estaba suspendida una Hostia, de la cual caían unas gotas de sangre dentro del cáliz. El ángel dejó suspendido en el aire el cáliz, se arrodilló junto a ellos y les hizo repetir tres veces la oración “Santísima Trinidad”… después se levanta, toma en sus manos el cáliz y la Hostia. Me da la Sagrada Hostia a mí y la sangre del cáliz la divide entre Jacinta y francisco, diciendo al mismo tiempo: tomad y bebed el cuerpo y la sangre de Cristo, horriblemente ultrajado por la ingratitud de los hombres. Reparad sus crímenes y consolad a vuestro Dios. Y postrándose nuevamente en tierra, repitió otras tres veces con nosotros la misma oración: “Santísima Trinidad”… y desapareció.” 

Hay muchos santos que han vivido extraordinarias experiencias en sus vidas, relacionadas con la Santísima Eucaristía y la Virgen María. Para acrecentar nuestra fe y aumentar nuestro amor a la Eucaristía y a  María, les sugerimos leer la biografía o vida de los santos que a continuación indicamos, sin ser todos sino unos cuantos, muy pocos relacionados con el tema que hoy hemos tratado:



Juan Pablo II
Pío de Pietrelcina
Pedro Julián Eymard
Madre Teresa de Calcuta
Martín Lucía
Catalina de Siena
Teresa de Jesús
Margarita María de Alacoque
Clara de Asís
Juan María Vianney (Cura de Ars).


Queridos hermanos, Adoradores Eucarísticos Perpetuos, ustedes que ya han experimentado el éxtasis espiritual, que motiva el estar en presencia de Jesús Sacramentado, Vivo,  dándonos su infinito amor y teniendo como acompañante a su Santísima Madre, la Virgen María presente en la sagrada oración de su Santo Rosario, vayamos a propagar la Adoración Eucarística Perpetua a todo el mundo dando testimonio de nuestra fe, diciendo:

Dios está aquí, vivo, ¡Es verdad!.

 ¡¡¡El señor Jesús es mi Dios y mi Salvador!!!!



Alabado y adorado sea por siempre Jesús Sacramentado

¡¡¡Viva Cristo Rey!!!