viernes, 26 de marzo de 2010

Las Siete Palabras de Jesús en la Cruz

Según la Biblia, en los Evangelios se nombran las Siete Palabras de Jesús en la Cruz, tres de ellas en el de Evangelio de San Lucas, otras tres más en el de San Juan y otra más tanto en el Evangelio de San Marcos como en el de San Mateo.


Cada una de estas palabras guarda una relación con la identidad de

Dios hecho Hombre.




Primera palabra:


”Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.” En esta palabra Jesús expresa mancomunadamente su infinita bondad manifestada en el perdón para todos aquellos que le hacen mal.


Segunda palabra:


“En verdad te digo: hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso”. Jesús se dirige al pecador arrepentido y le ofrece la gloria en retribución a su fe.


Tercera palabra:

“Mujer he ahí a tu hijo… He ahí a tu Madre”. Jesús instituye en María a la Madre de toda la Humanidad en la persona del discípulo amado.

Cuarta palabra:

“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?". El hombre clavado en la cruz sabedor de su misión y destino se siente solo y en lamento humano sin blasfemar, sin protestar, sin reclamar se dirige a su Padre.

Quinta palabra:

“Tengo sed”. Las largas horas crucificado han agotado sus reservas de líquidos en su cuerpo torturado y en natural exclamación expresa su dolor y necesidad del vital elemento.


Sexta palabra:
“Todo está consumado”. El fin está cerca, las profecías se han cumplido, Jesús ha redimido a la humanidad.


Séptima palabra:

”Padre, en tus manos entrego mi espíritu”. Es el final, el hijo amado ha cumplido las órdenes de su Padre, Dios Omnipotente, y amorosamente vuelve al Padre en la dulce entrega de su espíritu.

viernes, 19 de marzo de 2010

¡Un Llamado a tu Corazón!

Se necesitan con urgencia Personas Comprometidas que amen en verdad a Dios, no con el amor egoísta del que busca un premio o recompensa.

Estamos urgidos de hermanos y hermanas que sientan
en su alma la verdadera devoción y amor a Dios por la única razón de amarle, porque Él nos ama y entregó a su único hijo para salvación de todos los seres humanos y para librarnos del pecado y así esperarnos en el cielo para que le adoremos por toda la eternidad.

Los hermanos que hoy nos acompañan en la Adoración Perpetua al Santísimo, son seres de férrea voluntad inspirada en la fe y el amor a Dios. Ellos son hijos predilectos que merecen llamar a Dios, Padre Nuestro porque ellos lo aman sobre todas las cosas y su compromiso de adoración es inquebrantable.


Necesitamos adoradores para todos los días de la semana y para las 24 horas del día. Somos tan pocos... ¡y tanto le debemos al Señor! ¡y no deseamos demostrárselo!... Un ejemplo de esto es que en los tres días de carnaval realizados en Cardel, asistieron miles de personas a los paseos y en el lado opuesto, en el turno de madrugada contamos con tan solo 170 adoradores, ¡sólo 170 hermanos!, hermanos que gustosa y voluntariamente acuden a la Capilla a platicar con Dios y acompañarle en sus momentos de mayor soledad.




¿Es que no podemos darle a Dios, Nuestro Señor, una hora?...


¡Tan sólo una hora a la semana!


Esta es una súplica para los fieles de buen corazón,

Este es el llamado de Dios a nuestros corazones...


¡Escuchémos su voz, no lo ignoremos... tal vez sea una oportunidad más que nos brinda el Señor, no sea que más tarde, cuando tengamos que rendirle cuentas de nuestras acciones lamentemos no haber respondido al llamado que hace a nuestro corazón!



Las personas que deseen anotarse como Adoradores Perpetuos, favor de enviar un correo con sus datos a:






o favor de contactar a nuestros líderes




  • Turno de Mañana: Dra. Lucía Pérez Lagos


  • Turno de Tarde : Mtra. Alba Ortíz Ramírez


  • Turno de Noche: Mtra. Dulce M. Pérez N.


  • Turno de Madrugada: Ing. Hugo Humphery F.




Únete a la Adoración Eucarística Perpetua en Cardel

¡Dios te llama ... Dios te espera!

viernes, 12 de marzo de 2010

¿Qué es la Custodia del Santísimo Sacramento?



La Custodia u Ostentorio es el Recipiente Sagrado donde se expone la Hostia Consagrada para la adoración de los fieles. En la Custodia está plasmado el origen de nuestra Eucaristía desde los tiempos de las Catacumbas en que los Cristianos perseguidos guardaban en sus casas con adorante amor la Sagrada Eucaristía. Al terminar la celebración Eucarística se distribuía el pan consagrado que los fieles guardaban en pequeños vasos, o pequeñas cajas, para comulgar cuando sintieran necesidad.

Después de la paz de Constantino, que permitió celebrar libremente los sagrados ritos y construir lugares de culto, se estableció la práctica de custodiar la Eucaristía en las Iglesias, aunque el uso de conservar la Sagrada Eucaristía en las casas privadas dejó de hacerse definitivamente hasta principios del siglo VI.

Luego de pasar por muchos cambios en su forma, la custodia ha llegado a nuestros días tal como la conocemos y adoramos en las diferentes capillas de adoración.

En la base generalmente se cincela "La Ultima Cena del Señor con sus Apóstoles" para recordarnos la primera Eucaristía en donde además Jesús instituyó el Sacerdocio de la Nueva Alianza y dio la orden a sus discípulos: “Hagan esto en memoria mía”.


En el centro de la custodia esta el "Cordero de Dios", el que quita el pecado del mundo, atrayendo a los 144 mil rescatados, que representan al entero pueblo de Dios y que en la custodia están simbolizados por los rayos que confluyen al Cordero. Junto con los "Cuatro Seres de la Creación", simbolizados por cuatro piedras semipreciosas y con los 24 ancianos simbolizados con 24 circonas montadas en 124 estrellas que simbolizan los tronos.


Las Custodias diseñadas con tanto amor y respeto por sus creadores sirven para guardar en ellas al Santísimo Sacramento y también para recordarnos eternamente que:


En el Santísimo Sacramento se encuentra vivo todo Jesús.


No está solo, también están con él, el Padre y el Espíritu Santo…


Sin embargo, hay una soledad que Dios, con todo su poder, no puede quitar...es la soledad que le produce tu ausencia… El amor que espera de ti y que se alimenta cuando lo visitas.



¡Se requiere de tu presencia ante Jesús... y nadie puede suplirla!

jueves, 4 de marzo de 2010

Nuestras Inconsistencias


PROMESAS INCUMPLIDAS...

COMPROMISOS OLVIDADOS…


JURAMENTOS QUEBRANTADOS...


El ser humano por naturaleza es inconsistente, es decir que no somos firmes en nuestras decisiones o motivaciones. Casi siempre estamos cambiando de dirección en nuestro camino o estamos modificando nuestras opiniones con respecto a determinado punto de vista o actitud. Este sello de volubilidad nos lleva a dejar truncas nobles aspiraciones, conductas de comportamiento intachable, y hasta principios de fe religiosa. Dependiendo del carácter del afectado esta situación puede originar un leve trastorno emocional y de conciencia o un pavoroso desquiciamiento de nuestras bases éticas, morales y religiosas.

Contra la falta de consistencia es necesario oponer una férrea fuerza de voluntad que nos permita mantener la solidez de nuestros principios ante cualquier embate de duda, desaliento o hartazgo. Para obtener esto, es necesario establecer patrones de vida superados que su repetición nos permitan formar una base solida e indestructible de nuestra vida.

Tres principales enemigos de nuestra fuerza de voluntad son:


  • Promesas Incumplidas.- Parecen ser cosas de poco monto o de escaso valor, “prometemos acompañar a algún amigo o amiga a visitar a un enfermo” o “prometemos asistir a un acto donde se ha solicitado nuestra presencia” pero llegado el momento damos una excusa pueril para no cumplir lo prometido y así vamos poco a poco construyendo la tumba de nuestra voluntad.





  • Compromisos Olvidados.- Diariamente nos comprometemos a realizar ciertas tareas en beneficio propio y nunca las llevamos a cabo por olvido o auto-justificaciones egoístas, esto lo hacemos con nosotros mismos, con nuestro prójimo y hasta con Dios.



  • Juramentos Quebrantados.- Qué actitud mas indigna para nuestra condición de seres humanos, “romper un juramento” y cuán a menudo lo hacemos, juramos ante el altar guardar fidelidad a nuestra pareja y a la primera oportunidad traicionamos muy fácilmente nuestro juramento. En otros casos vemos a religiosos y religiosas que han ofrecido su vida en sagrado juramento a Dios, y en acciones despreciables quebrantan su juramento aceptando las tentaciones de Satanás, sin importarles la salvación de sus almas.


Queridos Hermanos, la Adoración Eucarística Perpetua que hemos juramentado con la voz de nuestra alma y corazón es un compromiso voluntario que hemos hecho con Dios Nuestro Señor y no debería haber causa ni razón en la tierra que nos justifiquen
incumplir nuestra promesa,
olvidar nuestro compromiso
o quebrantar nuestro juramento.